Por Nidya Areli Díaz
Bifurcada, líquida, descompuesta
no conozco la dicha de llorar
de cantar
de vivir.
Hipercoetánea, sumisa, rubicunda
con mis áspides mudos y mi Dios
que me clarividencia
me reza
y me conmueve.
Doliente, dolorida, dolorosa
a la espera del fin que se resiste,
de la melancolía que suspira,
de todas estas huestes que me mienten.
Tarada, trotamundos, tripartita
tomo de mi sobaco algunas flores,
un poco de rubor
y algo de dicha
pero me falta
no atiende.
Destripada, disoluta, duradera
en mis chillidos quietos
de cochino,
en mi pernoctación
y mi indecencia
porque a mí nadie me enseñó modales.
Apátrida, escolástica, interfecta
y todo lo que dices me alimenta
y todo lo que callas me trasiega
y tu voz siempre voz,
me vocifera.
…
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