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Por Marisela Romero
Lucía decoraba uno de los pasteles favoritos de sus hijos. No podía evitar sentirse nerviosa por haber aplastado, sin tener intención, la rana de los gemelos.
El percance sucedió cuando Lucía limpiaba el armario y al tratar de bajar una caja, el peso de la misma la impactó en el suelo justo cuando la graciosa rana se paseaba por la habitación.
La cocina estaba invadida por el delicioso olor del pan horneado; Lucía estaba segura que al probar el pastel, los niños no recordarían al anfibio.
Cuando por fin llegaron, la mujer quedó turbada cuando gritaron al unísono:
―Mira mamá, que linda iguana encontramos para compañía de la ranita que estaba tan sola.
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En un pequeño #relato, #COMPAÑEROS, #Marisela_Romero nos habla de los pequeños acontecimientos de la vida que bien en perpectiva, se convierten en grandes tragedias del día a día.