Poesía
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En los rincones oscuros
y en el solar luminoso,
en el cielo generoso
y en desolado muro,
en el corazón más duro
y en la anhelada alegría,
en erial y algarabía,
en el mar, la cordillera,
en invierno y primavera
ahí vive la poesía.
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Nidya Areli Díaz
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Tengo flores en el alma
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Tengo flores en el alma
por este ángel que va a nacer
tengo flores de guirnaldas
por mis niños que van a crecer.
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Para mi niña tengo flores
para mi niño, una canción
por su sonrisa, una esperanza
por su amor, mi corazón.
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Rocío Álvarez
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Mala hierba
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Me creció una mala hierba en el corazón. Le di sol y abrigo y la regué a diario. Vi salir sus hojas y fortalecerse el tallo, incluso la vi florecer. Creció hasta rebasar mi pequeño músculo que fue desgarrado por lacerantes ramas que se extendían sin dirección. Mi corazón latía suave, evitando lastimarse a cada golpe que daba. Se estaba apagando.
Siguiendo toda lógica, la hierba comenzó a marchitarse, un corazón no es lugar para una planta. No floreció más, se entristeció hasta morir.
El día llegó, tuve que arrancarla de raíz, estaba tan profunda que por un momento pensé que mi alma saldría con ella. Ahora tengo un pozo en el corazón que intenta sanar cada día. Lo he llenado de tierra, lágrimas y sangre, lo abrazo para que deje de sufrir, pero eventualmente al interior algo se derrumba y todo se reacomoda dentro. Pequeños túneles se crean y desaparecen y yo aún no puedo resignarme a que mi corazón por dentro tenga un mazacote de tierra del que no nazcan más flores.
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Aidin Minjares
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Subo al cerro
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un chimango
sobrevuela epifanías
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no hay un punto
de llegada
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el antiguo
lecho marino
me interroga
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las piedras
jamás mienten.
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David González
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Home planet
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La última nave partía a casa esa noche. El planeta volvería a ser rojo. Un siglo de terraformación continua había fracasado del todo en hacer aquellos páramos un poco menos estériles. Bien le iba a ese mundillo la llaneza de su nombre, pues no había ahí más que tierra. Cuando regresaran a Marte, todo volvería a su verde normalidad.
Rafael González Alva
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Inés de mi pluma
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Del alma mía, Inés de Asbaje,
de mis largos cabellos corren sus letras,
en mi adolescencia, regalo lírico,
juegos, recetas, teatro y sentimiento.
Manceba de mi mano, mi pluma,
soñé que usted la movía, mi guía,
la musa, enclaustrada, refugiada
para crear y brillar en su hábito,
“noctura mas no funesta” alabo.
Elogio mi adorada Juana,
pequeña de mí, una peor de todas.
Alejandra Díaz Márquez
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Tan perdido como ella
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Sin cenar transcurrió la noche. El canto del búho laceró su alma como los reclamos del ciclista ante su ausencia. No hubo amor. Los juegos de hormonas alegraron un poco al corazón, pero él no entendió.
Tan perdido como ella, se fue sin mirar atrás. Hubo coincidencias en la ciclovía de su idilio, pero ante la indiferencia se cerró el capítulo esa madrugada de neblina.
Yessika Rengifo Castillo
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IMAGEN AL EXTERIOR
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