Estoy aquí frente a una pared que se niega a responder. Junto a la sombra que no deja de preguntar, respirando la nostalgia provocada por este mundo que cambia de color, por el tiempo que vibra aunque siga haciendo de cuenta que no pasa nada.
Somnoliento, detengo las voces que repiquetean alrededor. Busco el silencio apacible, reconfortante, acogedor. Lo que hay dentro, en mis entrañas, se vuelca agitando el mundo afuera. Éste pronto se ha convertido en esa Ciudad Monstruo que también me habita. La misma que se presenta incontenible bajo los límites de un verso o dentro de la complejidad de un suspiro. Esa misma asaltada por voces hipócritas de quienes, como dioses, asumen la responsabilidad de una verdad hueca, sin amor. Ciudad que en mis sueños vela el codiciado despertar, cuya presencia, toda tú, destruye cualquier estereotipo impuesto o dictamen de alguna ideología, que no por vieja, pretende ser.
Me envuelve la vorágine de tu modernidad, provocando un andar de prisa, tal cual carroñero en un mundo digital en que los momentos están ahí para ser vividos; sin embargo, se pierden entre realidades que bien son la entrada al infierno. No hay tiempo para pensar, mucho menos para sentir.
¡Está prohibido!
¡Es la bandera que guía a algunos, a todos, no a mí!
[…] ese momento en que nada se vuelve algo […] sucede en un ahora en el que el antes y el después son indistinguibles. Y todo eso ocurre en un espacio que puede llamarse, sin impropiedad, ninguna parte.
Sandra Gina Castañeda, Octavio Paz, et al.
El primero ahí, justo en ninguna parte donde las historias comienzan. El principio, el primero, lo último de un algo que responde, sin duda, cualquier supuesto donde se encuentra la otra parte que me define. Ésa que sólo está en el fondo de sus pupilas.
El ser se contempla en el otro que lo niega. En esa negación se afirma y se conoce como ser: es lo que no es el otro.
Ibídem
Desvanecerse,
llenarse de lágrimas,
sin más máscaras, ni armaduras…
Otros son los caminos, el mundo… el mundo sigue los propios con sus amores, desventuras, sollozos, susurros, inclemencias causadas por los pesares, o no, de nuestras civilizaciones, sin embargo, el primero da para más que aquellos.
Ahora las noches son quebradizas, son el puro espejo del alma dispuesta, son la viva voz del silencio que alguna vez me sometió.
Estoy aquí sentado frente a una pared que responde, de a poco, pero lo hace fuerte, con la esperanza de que, por fin, se decida a romper por completo el silencio. Seguro estaré atento para atrapar eso liberado. En tanto, continuaré buscando los ojos, la voz, el alma de quien en algún momento, con un soplo, cunado nací, me prometieron.
Tal vez llegó disfrazada, alucinante, con los ojos llenos de una siniestra libertad y sólo espera a que termine de escribir estas líneas para saltar conmigo al vacío forjado por los sueños concretos, esos que viven abajo y a la izquierda.
¿El último?
Coda del último día de diciembre, en Ciudad Monstruo, de 2020
IMAGEN
Expectativa >> Fotografía >> Víctor Hugo Pedraza
Víctor Hugo Pedraza llegó al mundo en la coda del noveno mes, del año 77, del siglo XX. El mismo día, en el que, muchísimos años atrás, fue fundada la Universidad Nacional Autónoma de México, de donde egresó en la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas. Después, activista social, editor y siempre poeta. Sus vivencias le alcanzaron para escribir el libro Poesía publicado en 2014 por Baba Editorial. Colaborador en diversos medios y publicaciones electrónicas e impresas. Impresas, también, sus fotografías, cuyo gusto ha cultivado desde que una cámara llegó a sus ojos. A sus oídos la radionovela y, sí, ha participado en la producción de alguna de ellas. Ecléctico de por sí, y por tanto, oscilante entre la Ciudad Monstruo y el Bajío mexicano.
Por el momento es todo, seguramente, después, con el tiempo y los pasos, podrá contarse algo más.
Poesía
… signar, signamos… nombrar el mundo es indagar sobre nosotros mismos; revelar la densidad de las cosas a través de la palabra es conocer el lugar y la dimensión que abarcamos en el espacio, ése que llamamos realidad y que constituye el frágil instante del presente donde desplegamos nuestra existencia… poema a poema la pretensión es inmovilizar la experiencia, dotarla de inmutabilidad para que los paisajes o las personas, el tiempo, las ciudades y sus calles no muden sus formas; pero también, por su parte, en cada verso lo que se expresa es un devenir constante… (Fragmento del prólogo, de Juan Galván Paulin).
De venta en: Facebook: Travesía editorial