PROPAGANDO LETRAS EN PANDEMIA
A las amistades parte de mi círculo, en cuerpo o en alma
Nos retiramos la libertad en una exhalación aquella tarde de invierno; vientos provenientes del oriente con aroma a muerte, aunque nadie sabe específicamente cómo ocurrió. Dejamos de hacer ruido por las calles o avenidas, las que inundamos con ideas, sonrisas o llanto; los recintos fueron silenciados a la vez que nuestros pasos no se escucharon en sus pasillos; la música dejó de sonar en los amplificadores de estadios y ahora se encierra en nuestros oídos a través de auriculares. Aquella tarde, nos pidieron que guardáramos silencio, distancia. También, resguardarnos…
Días nublados, los últimos del invierno; algunos con presencia de lluvia y otros con fuertes vientos. Los coloquios de todos los días los reemplaza la naturaleza, la cual se expresa a través de discursos pintorescos con tintes en el horizonte, al liberar a sus especies, propietarios de los suelos terrestres, vagando en sus dominios; los que el humano hizo suyos hace un tiempo.
Cubrimos la mitad de nuestros rostros por seguridad. A la fecha, hemos podido identificar en los ojos de quien está en frente, su alegría, tristeza, llanto, desesperación o realidad. Lo que de verdad importa está ahí frente a nuestros ojos. No todos expresan lo mismo desde su mirada, hay quienes en su vestimenta intentan decirnos algo, del matiz grisáceo a los colores de siempre.
Los hogares se hacen cálidos en el vaivén de sus encerrados habitantes. Los dispositivos inteligentes hacen nuestra vida más simple, nos acercan a quienes hemos dejado de ver o a los sitios que jamás concurrimos o visitamos; mas, la vida se nos va en una frialdad de imágenes al tocar una pantalla.
Nuestra organización mundial humana tomó la decisión de desafiarse a sí misma, sin consentimiento alguno de todos los presentes a la concurrencia terrestre; nunca nos preguntan sobre lo que queremos o necesitamos. Se imponen proyectos, gobernantes, instituciones, recintos, reglas y normas, impuestos, muros, lenguajes. Cuando algo no le parece a cierto estrato social, el discurso no es la solución, para eso existe la guerra, la imposición, las enormes murallas, los castigos arancelarios… las pandemias.
Solíamos realizar cada actividad sin consultarnos; autómatas del tiempo, creyendo que nuestra maquinaria funciona sustancialmente bajo nuestro juicio y a placer único. Los engranes cercanos a nosotros, algunos fijando el curso, otros desgastados, y algunos que han cesado su marcha. Sin darnos cuenta, así intentamos funcionar.
Existe la disfuncionalidad como un concepto fuera de la realidad de todos y poco eficaz para conseguir los objetivos propios. Las familias disfuncionales, dicen, son aquellas que no tienen la capacidad de proveer a los hijos lo necesario para su desarrollo.
Mi concepto de disfuncionalidad es distinto, ya que la realidad actual no compagina con ese sentimiento.
A pesar de cubrir mi rostro, no puedo dejar de aspirar el aroma de un buen café, conversar con alguien, reír a carcajadas e incluso cantar.
En los viajes a través de la ciudad, existen sitios ahora cerrados; mas, la mente viaja al tiempo pasado, con los recuerdos de aquel lugar lleno de la gente que me importa. Avanzo por las calles, sintiendo el alma cálida de aquellos con quienes recorrí ciertos pasillos. Observo los museos o salas de cine desde fuera, recordando cuando salíamos por la puerta principal, sumamente entusiasmados por el contenido visual adquirido ahí dentro. Escucho una canción y recuerdo las voces al unísono en las tardes. Paso una a una las fotografías que congelan el tiempo, regalándome sonrisas en instantes. Tomo un libro y al abrirlo, se vienen a la mente todas las conversaciones sobre el mismo. Declamo un poema a mis adentros, como cuando todos ellos, desde el público, podían escucharme. Compongo una nueva canción en mi guitarra, esperando puedan escucharla.
Mi disfuncionalidad me lleva a no vivir ninguna realidad actual, aunque me desenvuelva en ella y deba protegerme para evitar propagar nuestra maldición más grande. No puedo ser parte de una traición a voces.
Mi maquinaria funciona a base de recuerdos, aceita todos los engranes. Algunos han dejado de moverse físicamente, de estar, pero gracias al recuerdo, su descanso eterno no es un impedimento, ellos forman parte de mí.
Espero dicho escrito viaje a través de cualquier medio y comprendan las disfuncionalidades que como humanos tenemos, no son tan malas si confrontas esta cruda realidad.
Atrévase a ser disfuncional brevemente y pronto formará parte de un club que vive el día a día, esperando algún día, volver a disfrutar de la compañía de otros seres completamente disfuncionales.
Lo estamos esperando…IMAGEN
Revelación o El relojero >> Remedios Varo
Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de Junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional; desafortunadamente, su pasión por la literatura y la música lo lleva a formar parte del taller de creación literaria impartido por el profesor Julián Castruita Morán y del taller de creación literaria impartido por el profesor Alejandro Arzate Galván. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. En 2014 fue finalista del Concurso Interpolitécnico de Declamación. Participó en 4 obras de teatro de improvisación, las cuales fueron presentadas en los auditorios de la Escuela Superior de Ingeniería Textil y en el Cecyt 15. Ha realizado ponencias en eventos de “Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet. Publicó algunos trabajos para el portal electrónico “El nahual errante”. Actualmente, se desempeña como ingeniero de procesos de T.I.