Por Víctor Hugo Pedraza
Te guardo en mi memoria
como impresiones hechas en papel,
parecidas a las antiguas fotografías
colgadas sobre el muro viejo
y desgastado
que se derrite en tus pupilas.
Tu voz,
tu sonrisa,
se materializan
en el tiempo inerte,
efímero,
del presente que evoca
una síncopa de palabras,
que mutiladas, no dejaban de sonar
y de estrellarse en la cavidad
que resguarda mi memoria.
No sé cómo llegaron ahí
o en qué momento se arremolinaron
sin dejar pista de su andar.
Desconozco, también,
si a placer, puedo escucharlas
o callarlas.
Tampoco me complica
el que me lleven
al confín de otros ingrávidos mundos.
Viajan, sí,
lo sé,
como murmullos en el viento.
Se apagan
cuando por fin despierto.
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