INTROSPECCIÓN
—¿Entonces relativo sería algo así como creer o no creer en Dios?, ¿no piensas que sea todo cuestión de perspectivas?
—Algo de verdad puede haber en tus palabras, pero una perspectiva no cambia tampoco la realidad; ésta siempre será una y sólo una.
El pequeño que ya había recogido la basura se quedó parado un momento mirando a Jassiel y éste; dirigiéndose hacia él.
—Pequeño, anda siéntate con nosotros y cuéntanos tu historia; dinos quienes son tus padres.
—No tengo padres; sólo soy el espíritu del niño que nunca nació de entre el hombre de la estatua y la mujer que lo besó. Ese hombre pudo ser sido mi padre si no hubiera quedado tan fascinado por un beso; él se habría casado con mi madre; me habrían engendrado y yo habría nacido, pero no; se quedó ahí. Ha pasado tanto tiempo de mi posible nacimiento que ya hasta nietos y quizá bisnietos tendría, después de tanto tiempo sólo queda un recuerdo; uno probable de lo que pudo ser.
Todos estamos sentados en silencio desayunando, yo al lado de mi padre y mi madre enfrente de nosotros. Él parece preocupado, se sirve un poco de té caliente en un vaso de cristal y camina alrededor de nosotros, luego ve hacia la ventana, parece observar algo, pero realmente no es nada, sólo bebé el té ensimismado en sus pensamientos, sus zapatos rompen el silencio sobre la loseta y hacen un ruido como si fueran zapatillas de mujer. Regresa a la mesa, deja el vaso, me acaricia la mejilla con sus manos mientras dice, “ya me voy”. “Que te vaya bien”, le decimos mi madre y yo.
A veces extraño haber nacido, pero luego veo a mi padre ahí parado y pareciera no ser el hombre que camina alrededor de nosotros, pareciera ser una persona que perdió la magia de la vida. En cambio, ahí no sólo está vivo, es la magia misma hecha piedra.
Pero ahora yo estoy aquí, un niño nonato condenado a vivir eternamente, porque una vez fui al cielo, pero al no haber nacido y no ser bautizado no puedo entrar ahí y tampoco puedo estar en el infierno, pues no he cometido pecado. Entonces los escucho hablar de mi padre y de las perspectivas y es tan fácil hablar de todo cuando no son protagonistas y no los culpo, más bien me sorprendo y aprendo de sus palabras; porque siendo testigo de la historia, nunca se me hubiera ocurrido todo lo que comentan.
—Ves a lo que me refiero, este pequeño atorado en la burocracia de un dios indolente al sufrimiento de una sus criaturas condenado a ABANEAR el ABANICO de los pobres por el resto de la eternidad; claro si es que existiera y por increíble que lo diga, bien pudiera ser; pero he viajado aquí allá y he visto tantas cosas en cada lugar y en cada nueva experiencia me era más difícil creer que pueda existir un ser con las características de dios. No te creas, durante mis muchos momentos de ocio he llegado a la conclusión de que el concepto de Dios es inherente al razonamiento humano. He platicado con otros seres y les es curiosa nuestra perspectiva de dios. Allá afuera; el universo es tan grande, tan variado, que nosotros no somos más que unas hormiguitas en el rincón del bosque.
—¿Cómo es eso?
—No hablo mucho al respecto, porque a veces es peligroso hablar de unas cosas más que de otras, pero te diré que afuera la idea de dios en muchos seres ni siquiera existe y en otros es sólo una idea arcaica que conservan de una tradición milenaria. Cuando entras en lo más profundo del razonamiento y de la ciencia, no encuentras lugar para dios.
—Pero ha habido grandes pensadores y científicos que creen en Dios. ¿Qué dices de eso?
—Y también ha habido grandes filósofos y científicos que dudan o niegan su existencia y sin embargo los unos no descalifican a los otros. Creer que existe dios porque hay misterios inescrutables en la naturaleza es el camino fácil o alterno a un razonamiento lógico, las respuestas ahí están, pero aún no tenemos las herramientas y el conocimiento para comprender todo lo he nos rodea.
—¿Y hay quien haya descubierto todos los grandes secretos del universo?
—He viajado por muchos lugares y ya tengo algunos años, pero no puedo negar ni afirmar lo contrario; sólo soy un ciego hablando de lo que vio aquí y allá. Una vez, escuché hablar unos seres especiales, quizá los más especiales de todos y también los más misteriosos; son seres vivos y pueden reproducirse aunque no son muy numerosos, pero lo que los hace realmente excepcionales es su propósito existencial y éste es el de describir el universo mediante los números; es decir, matemáticamente, si es que tal expresión puede englobar lo que ellos hacen. Buscan explicar el universo mediante fórmulas y cada vez profundizan más y más; llevan miles de años y no han acabado en su búsqueda de explicar el universo. No les interesa compartir sus descubrimientos, aunque ocasionalmente llegan a hacerlo, no obstante, siempre a cambio de más conocimiento, lo cual no es muy sencillo. Ha habido civilizaciones que han intentado apoderarse de su sabiduría, pero es como hablar con las piedras, no puedes amenazarlos con la muerte porque su existencia está más allá de lo que llamamos vida, su existencia es colectiva; es decir, si uno de ellos muere pasa a ser parte de la colectividad, como si fueran un gran espíritu o una sola mente; algunos han llegado a sugerir que ellos son el universo mismo tratando de autoexplicarse. Nosotros platicamos con palabras, pero ellos platican mediante ecuaciones. No viven en un planeta, sino más bien desperdigados en todo el universo, dicen que más bien son como gusanos de tierra y cuando llegan a un planeta se sumergen en las profundidades para que no puedan ser molestados y ahí comienzan a pensar. Yo mismo creo que muchas de las cosas que se dicen de ellos son fantasía, pero también creo que debe haber algo de cierto, porque en muchos lugares escuché hablar de ellos.
—Pero entonces, tú que has tenido contacto con los viajeros de las estrellas, ¿qué tantos seres inteligentes hay en el universo?
—Allá afuera no se habla de seres inteligentes, sino de seres conscientes. Un ser consciente de sí mismo no necesariamente tiene interés en crear cosas como el ser humano. Este aún piensa así, porque tenía la esperanza de encontrar seres semejantes a él, pero la realidad es que afuera la vida es de lo más extraña y el ser humano no es más que un elemento más dentro de lo infinita variedad de vida.
—¿Cómo es eso?
—Hay formas de vida tan diametralmente opuestas a nosotros, que cuando llegué a escuchar de ellos, pensé que bien podrían pasar como dioses en la tierra; por ejemplo hay un tipo seres que habitan en las estrellas, son energía pura y pueden viajar en el tiempo. ¿Te imaginas, nacer con la capacidad innata de viajar en el tiempo? Así como nosotros podemos desplazarnos de un punto a otro, ellos pueden desplazarse en el tiempo. Los que pueden estar más allá del tiempo son eternos, pero es algo más que eso, porque para ellos el tiempo es como para nosotros la tercera dimensión. Ellos nos ven como nosotros vemos un punto o una raya en papel. Nuestra existencia es irrelevante; es como si viviéramos en universos diferentes o, quizás sí, bien pudieran ser universos diferentes que sólo se tocan en ciertos puntos, es como ver a la reina y creer que cualquier plebeyo puede aspirar a amarla. Pero no, es sólo una fantasía, porque ella es de otro mundo.
Una vez me dijeron que la vida es una expresión más de la materia, porque la materia misma es un ser. No un ser vivo común, sino más bien un ser inconsciente de sí; de hecho cada elemento del universo es un ser, porque todo lo que cambia, nace y muere, forzosamente o casi, es porque tiene vida. Una estrella nace y muere, entonces es un ser; un planeta nace y muere en millones de años, pero cada ser vive a su propio ritmo y en su propia dimensión.
Cada ser es miembro de otro. Así, los humanos somos miembros del planeta, el planeta del sistema solar, y este universo a su vez forma parte de algo más grande; esto no es nada nuevo, pero a los seres humanos aún nos cuesta trabajo cambiar nuestro pensamiento
Pero lo que les acabo de decir es sólo una pequeñez de todo lo que vi, porque hay otros tantos que dedican su existencia a cosas como el arte, a viajar, y otros que parecen simplemente existir, como plantas, nosotros les diríamos vegetales, serían algo más cercano a helechos, pero más bien parecen vivir en un estado contemplativo. A veces, cuando no has viajado allá afuera, crees que los demás viven como si fueran humanos y no es cierto, nuestra conducta para ellos es tan ilógica como…, como…, no sé, creo que ni siquiera puedo encontrar una analogía.
Sentimientos como la posesión es casi tan inherente al ser humano, que allá afuera el afán de poseer es sólo característica de ciertas especies y es tan peligroso, que hay quienes se encargan de mantenernos a raya para no andar causando destrozos. En cambio hay otros con una existencia tan simple, que prácticamente son indiferentes a la convivencia del cosmos. Yo veo el universo como un gran bosque, en donde por allá anda el león, el guepardo, las aves, cada quien vive en su propio espacio y también se devoran los unos a los otros y muchas veces ante la apacible mirada de los demás, hay un orden sí, pero es más bien cuando hay emergencias y por allá en el rincón olvidado del bosque están unos gusanitos junto a otros gusanitos y bichos raros, ahí estamos nosotros pensando en dios sin saber que un buen día llegará una gallina y devorará hasta al dios de los gusanitos.