Por Guillermo Santana
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No sería raro tocar tu piel en medio de una avenida en un callejón oscuro
después de un after hours
o hacer el amor en un antro.
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Comenzar el flirteo en un taxi, uber o en el metro.
Sería como comenzar el laudes de media noche
levantar el erotismo del asfalto
del polvo negro
caucho quemado de llantas
y del viento raso de la ciudad sobre un lago.
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Miraría tus ojos pensando en una oración escrita por Bukowsky ,
me inclinaría para beber cierto licor saliendo de tus piernas
pondría poner una ofrenda en la mesa
flores muertas
cactáceas
naturaleza vuelta metal anodizado.
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Te llevaría a mi sanctum sanctorum
-tengo un altar oscuro
donde le rindo culto al sexo algunas noches-
-amor, para quien quiera llamarle de esa forma-
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Es cierto, el amor no existe
pero una membrana sensible se activa cada vez que toco tus senos
es un bit permanente
el bajeo en lugar de la palpitación
un sampleo a 44 000 hertz
que retumba en los brazos
rompe las piernas.
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La idealización que he creado de ti
diosa, animal,
bruja que en la noche ladra para protegerse
toda la idealización quedaría borrada al oler tu aliento de alcohólica en la mañana
y ver que el rímel que ha quedado en mi almohada
te da dos puntos sobre otras diosas citadinas.
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