Sentí quebrarse mis costillas,
ante la podredumbre de mis pulmones.
Polvo grueso se hizo mi piel,
mi órgano más extenso,
ahora gris.
Mis huesos más largos,
derrumbados desde dentro,
desde la sustancia de vida,
cansada y vieja médula.
Mi rostro adsorbido por la oscuridad,
después del fuego,
pedido como deseo al morir.
Descansan ya para siempre los músculos,
la fibra del movimiento,
ahora tierra que ardió.
Mi cráneo y su interior,
ahora arena para otros mares, otros bosques…
Mas queda una piedra preciosa,
que el fuego no pudo destruir,
brillante, caliente y roja,
ya no late, pero resguarda valerosa
un amor infinito a su sangre
y a la belleza del mundo.
***
Imagen al exterior
El conjuro » Alberto Penagos
Alejandra Díaz Márquez nació en la Ciudad de México un 23 diciembre, estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Tomó diplomados de Cuento, Creación Literaria y Español avanzado en la misma facultad y en la Casa del Libro de la misma institución. Cuenta con un diplomado en Diseño Editorial impartido en el Centro Mascarones. Es amante de la poesía, la literatura y el arte, autodidacta en temas de dibujo y composición de imágenes. Ha publicado breves reportajes sobre algunos restaurantes emblemáticos de la CDMX, como El Bar La Ópera, Los Girasoles y el Mesón del Cid; así como reseñas de libros y películas en un Boletín Empresarial. Editora, redactora y correctora en el mundo laboral. Está trabajando el material para un poemario, llamado tentativamente “Poeminis”. Forma parte de la Segunda Antología de Sombra del Aire, y es asidua colaboradora de esta revista.