Una de las grandes virtudes de Octavio Paz es la maestría de sus obras ensayísticas. Todas ellas llenas de reflexiones y respuestas a preguntas cotidianas referentes a la literatura actual o, por decirlo con las propias palabras de Paz, a la literatura moderna.
Luego, es bien sabido que en los momentos más álgidos de una nación es cuando surgen los mejores escritores y genios del arte. Octavio Paz, nacido en 1914 durante la Revolución Mexicana, nos introduce, en Los hijos del limo, progresivamente, en el concepto de Modernidad con los sentimientos más variados de los escritores modernos y, poco a poco, nos lleva al análisis sobre lo que entendemos por tradición moderna o modernidad, así como la manera en que concebimos al tiempo moderno. A estas consideraciones se van entrelazando otras a lo largo de la narración, las cuales concuerdan con nuestra realidad histórica, con nuestra época.
Escrito en 1974, el ensayo Los hijos del limo está dividido en siete partes: “La tradición de la ruptura”, “La revuelta del futuro”, “Los hijos del limo”, “Analogía e ironía”, “Traducción y metáfora”, “El ocaso de la vanguardia”, y “Apéndices”. Octavio Paz ha fundamentado el título de su ensayo inspirado en un poema del francés Gerard de Nerval, “Le Christ aux Oliviers”, y el experimento artístico de Los hijos del limo ha consistido en, como el propio Paz nos advierte en el “Prefacio”, “una prolongación de la respuesta que intenté dar a la pregunta […] ¿Cómo se comunican los poemas? [planteada] en El arco y la lira”.[1] El ensayo de Paz pretende aleccionar a todos los que queremos comprender los misterios de la poesía y encontrar respuestas a la aventura del hombre a través de todos los tiempos sobre el nacimiento de la poesía y, en concreto, de la poesía moderna. Nos dice Octavio Paz: “El poema es una máquina que produce, incluso sin que el poeta se lo proponga, anti-historia. La operación poética consiste en una inversión y conversión del fluir temporal; el poema no detiene el tiempo: lo contradice y lo transfigura”.[2] Así, nos explica la modernidad en el arte y la poesía, pues lo moderno o la tradición moderna ha hecho envejecer anticipadamente la cultura de moda de cada momento. Esto quiere decir que en la época actual surgen tantas cosas nuevas, que las nuevas de ayer ya se volvieron las viejas de hoy en comparación con las nuevas que van saliendo y, como ejemplos, tenemos a los celulares, a la tecnología en sí, la cual avanza con pasos gigantes y precipitados. Dice Paz:
No digo, naturalmente, que hoy pasen más rápidos los años y los días, sino que pasan más cosas en ellos. Pasan más cosas y todas pasan casi al mismo tiempo, no una detrás de otra, sino simultáneamente. Aceleración es fusión: todos los tiempos y todos los espacios confluyen en un aquí y un ahora.[3]
Luego nos define el concepto de tradición moderna:
[…] es una expresión de nuestra conciencia histórica. Por una parte, es una crítica del pasado, una crítica de la tradición; por la otra, es una tentativa, repetida una y otra vez a lo largo de los dos últimos siglos, por fundar una tradición en el único principio inmune a la crítica, ya que se confunde con ella misma: el cambio, la historia.[4]
La obra pone de relieve la lucha contra un sistema antiguo y cíclico fundado en arquetipos, los cuales han construido una sociedad en la que las cosas no se transforman, donde no suceden cambios. Pero a partir del siglo xviii, con la Ilustración y el Racionalismo alemán, surgen los pilares de una nueva sociedad, la moderna, la cual ya no se cimenta en arquetipos cíclicos sin cambios, donde se cierran las puertas del futuro, sino al contrario, se abren las puertas del futuro a través de la crítica y la razón. Paz menciona algo particular y significativo, la modernidad es propia de Occidente, las culturas fundadas en arquetipos, como la cristiana, la musulmana y la India, mantienen un estado del tiempo pasado, sin cambios, sin futuro, donde lo estático las aleja de la modernidad.
“La revuelta del futuro”, como llama Paz a esta parte del ensayo, es, como su nombre lo indica, una revolución del cambio en una sociedad moderna por el futuro en movimiento, con cambios vertiginosos. La razón crítica actual, característica de nuestra modernidad occidental, es la propiciadora de crear y destruir al mismo tiempo los principios que, en un abrir y cerrar de ojos, se reforman y reestructuran constantemente, en “un camino en continuo hacerse y deshacerse, un método cuyo principio es examinar a todos los principios”.[5] La modernidad no promueve la idea de fusión con la divinidad, sino con la historia del hombre, y cambia trabajo en lugar de castigo y pecado, como cambia también el progreso y la política por la religión, símbolo esta última de retroceso y falta de cambio, de sistema atemporal y cíclico sin futuro.
La poesía moderna, en contraposición con la del pasado, no surge de la poesía lírica en nuestra sociedad actual, sino de la novela. Nos dice Paz: “No es un azar que la poesía moderna se haya expresado en la novela antes que en la poesía lírica. La novela es el género moderno por excelencia y el que ha expresado mejor la poesía de la modernidad: la poesía de la prosa”.[6] Los elementos de la novela moderna encierran poesía, pues hay una lucha entre poesía y novela, donde la ganadora resulta ser, en nuestros tiempos modernos, la novela. Para asimilar la polémica discusión del surgimiento del arte moderno, es necesario entender que este nace de la sensibilidad y pasión del artista, surgidas tanto pasión como sensibilidad de la ruptura del tiempo anterior, del comienzo del futuro prodigioso, el cual nos ofrece un sin fin de cambios y posibilidades maravillosas. El pasado ya no existe en nuestra sociedad moderna, el pasado se ha convertido en una invención de la historia moderna. La poesía moderna se sienta en las bases de los escritores prerrománticos alemanes y europeos en general, los cuales escriben diversos manifiestos a favor de la modernidad, en rebeldía con el estancamiento cíclico propuesto por las religiones. Pero la pregunta es: ¿Cómo nace la poesía moderna? La poesía moderna nace de la fascinación por construir razonamientos críticos sobre el mundo, cuestionamientos sobre las reglas establecidas. La ironía es una invención romántica en la poesía moderna, “amor por la contradicción que es cada uno de nosotros y conciencia de esa contradicción”.[7]
Los poetas románticos o prerrománticos, como Hölderlin, Nerval, Wordsworth, Coleridge, Novalis, Jean Paul, fueron los fundadores de la poesía moderna, pues abatieron el tiempo y las fechas en la poesía. Nos dice Paz:
Para la Edad Media la poesía era una sirvienta de la religión; para la edad romántica la poesía es su rival, y más, es la verdadera religión, el principio anterior a todas las escrituras sagradas. Rousseau y Herder habían mostrado que el lenguaje responde, no a las necesidades materiales del hombre, sino a la pasión y a la imaginación: no es el hombre, sino el amor, el miedo o el asombro lo que nos ha hecho hablar. El principio metafórico es el fundamento del lenguaje y las primeras creencias de la humanidad son indistinguibles en la poesía.[8]
La crítica a la religión cristiana en la Europa dieciochesca quebrantó a la sociedad, dio lugar a otra concepción del mundo. La poesía moderna se concibe por parte de los románticos como la religión original de la humanidad, nos aclara Octavio Paz, y en el mismo tenor apunta:
[…] los poetas románticos fueron los primeros en afirmar, lo mismo ante la religión oficial que ante la filosofía, la anterioridad histórica y espiritual de la poesía. Para ellos la palabra poética es la palabra de fundación. En esta afirmación temeraria está la raíz de la heterodoxia de la poesía moderna tanto frente a las religiones como ante las ideologías.[9]
También nos habla Paz del poeta inglés William Blake, el cual es el más contradictorio de los poetas de la generación del romanticismo. Este último se proclamaba cristiano, pero nos comenta Paz, que su Cristo no es el de los cristianos, es otro Cristo, un Cristo renovado, no es el de la religión Católica o Anglicana, ni mucho menos el de la Protestante. El Cristo de Blake no es el hipócrita que habla de amor por un lado, pero por el otro condena y castiga despiadadamente. Es un Cristo revolucionario para la época, contestatario y cuestionador de un mundo en decadencia, mundo que va a dar paso a la modernidad.
Antes de concluir, llegamos al tema de la analogía, Octavio Paz nos explica que las figuras poéticas en los poemas no son otra cosa que un signo característico de la analogía, entendiendo esta misma como una figura retórica y poética, la cual marca toda la poesía en la mayoría de los casos. En cuanto a esto dice:
La analogía sobrevivió al paganismo y probablemente sobrevivirá al cristianismo y a su enemigo el cientismo. En la historia de la poesía moderna su función ha sido doble: por una parte, fue el principio anterior a todos los principios y distinto a la razón de las filosofías y a la revelación de las religiones; por otra parte, hizo coincidir ese principio con la poesía misma. La poesía es una de las manifestaciones de la analogía; las rimas y las aliteraciones, las metáforas y las metonimias, no son sino otros modos de operación del pensamiento analógico.[10]
Esta reflexión surge de la necesidad de reflejar el interior humano en el exterior y, a su vez, el exterior de la naturaleza se toma para poder explicarse el yo interior, cosa que a menudo hace el poeta, contempla la vida exterior para entender su propia vida interior, para conocerse a sí mismo; por eso la analogía es la reina de las figuras poéticas en la literatura y sobre todo en la poesía. Y tenemos una cita más al respecto que busca alumbrarnos mejor el concepto de analogía:
La idea de la correspondencia universal es probablemente tan antigua como la sociedad humana. Es explicable: la analogía vuelve habitable al mundo. A la contingencia natural y al accidente opone la regularidad; a la diferencia y la excepción, la semejanza. El mundo ya no es un teatro regido por el azar y el capricho, las fuerzas ciegas de lo imprevisible: lo gobiernan el ritmo y sus repeticiones y conjunciones. Es un teatro hecho de acordes y reuniones en el que todas las excepciones, inclusive la de ser hombre, encuentran su doble y su correspondencia. La analogía es el reino de la palabra como, ese puente verbal que, sin suprimirlas, reconcilia las diferencias y las oposiciones.[11]
La pregunta del principio que hace Octavio Paz y que quiere contestar es: ¿Cómo se comunican los poemas? Esta pregunta tiene una respuesta larga, compleja y entramada, el mismo ensayo Los hijos del limo. Pero contestar la pregunta no es tan simple. Tenemos que hacer una serie de reflexiones y análisis de lo ya dicho por otros autores, además de ejemplificar con palabras propias para llegar a las conclusiones del mismo Paz. Los poemas se comunican a partir del comienzo de la poesía moderna. La poesía moderna ha roto el tiempo cíclico y arquetípico basado en el pasado. Se contrapone a las religiones, las cuales viven en el tiempo pasado y su paraíso; en el caso del cristianismo, es un presente congelado, sin futuro.
Para Paz, la idea de poesía moderna es sinónimo de cambio constante, de ruptura, de movimiento, de verdadera revolución y, aunque parezca contradictorio, de negación de la negación. Los poemas se comunican con la sensibilidad y pasión que caracterizan a los poetas. Estos poseen un genio en común, el genio poético, el cual se puede ver también en los escritos religiosos, pues este genio es atemporal. La poesía moderna se constituye verdadera religión, inspiración que va más allá de los dogmatismos religiosos y de una época estancada en tradiciones circulares. Tiene como principio la analogía, entendida de manera literal, desde el punto de vista de la comparación y la metáfora. Los poetas prerrománticos y románticos fueron los promotores de una poesía innovadora y transgresora de una época tradicional basada en formulismos poéticos. A partir del siglo xviii y hasta el xx, la poesía cambia y se vuelve “una revuelta hacia el futuro”. Nos habla, como espíritu divino, de un futuro mejor, de algo más allá, del cambio verdadero para las nuevas generaciones. La poesía moderna nos despierta y nos exculpa de las condenaciones religiosas donde no hay salida. Los poemas modernos abren puertas misteriosas hacia un porvenir maravilloso y siempre cambiante. Creo que este es parte del mensaje que nos quiere transmitir Octavio Paz en este ensayo, logra sacudir nuestro pensamiento estancado en viejas formas de pensar, nos abre puertas hacia otras posibilidades del mundo, hacia otras mentalidades. Es necesario leer a Paz para acercarnos a otra visión poética y del mundo, por lo demás, nos deja con esperanza siempre de algo mejor y nuevo.
Obras consultadas
Paz, Octavio. La casa de la presencia. Obras completas. Tomo 1. México: fce, 2003.
[1] Paz, Obras completas, Tomo 1, p. 325.
[2] Idem.
[3] Ibid., p. 337.
[4] Ibid., p. 339.
[5] Ibid., p. 354.
[6] Ibid., p. 359.
[7] Ibid., p. 368.
[8] Ibid., p. 376.
[9] Ibid., p. 378.
[10] Ibid., p. 380.
[11] Ibid., p. 392.
Vladimir Espinosa Román nació en la Ciudad de México el 6 de octubre de 1977. Poeta, ensayista y profesor. Estudió las Licenciaturas en Letras clásicas y en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Imparte clases de Etimologías y Literatura en la Escuela Nacional Preparatoria número 5. Es autor de los libros Curso práctico de etimologías grecolatinas y El taller, ambos editados por Ekdosis. Aficionado al dibujo, a la literatura en todas sus formas y a la filosofía.