Uno de los grandes problemas del ser humano está en la idea fuertemente arraigada de que puede controlarlo todo. La infinitud no se puede delimitar; predecirla; hacerla finita.
El deseo de controlar los diferentes tipos de fenómenos, parte del reconocimiento del hombre (infinito) de su inteligencia y capacidad; de sus posibilidades. El deseo, luego la búsqueda, más el control de unas cuantas cosas y por cierto tiempo es convicción del Infinito. Sí, el hombre debe buscar el control, pero con la conciencia de su evidente imposibilidad.
El Periférico sobrepasa los límites de su inteligencia, de su capacidad para controlar los fenómenos, inventándose un poder sólo posible en un Dios. Es un verdadero fastidio esta infinitud falsa que proyecta enorme número de humanos.
El Infinito sabe que el control sólo es posible hasta cierto punto, después de esa frontera está el azar, el destino, Dios, o como quieran llamarle.
En estos dioses de paja que farfullan excitados, que echan fuego por la nariz cuando las cosas no les salen como las habían pensado, queda de manifiesto su soberbia; su imbecilidad; su condición de humanos.
La soberbia podría ser el defecto más grave de la humanidad; el defecto que la define.
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