Cuento creado por una inteligencia artificial (https://chat.openai.com/chat) comúnmente conocido como ChatGPT. Los parámetros de la narración los introduje yo; se hicieron diversas pruebas para comprender el algoritmo de la IA y se seleccionó el texto con mejor calidad según mi criterio. El documento no fue alterado ni modificado, se copió directamente de la página a este documento. Este texto sólo tiene como objetivo el de la experimentación.
Alejandro Roché.
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En un pueblo típico de México, en el año 2021, vivían Jeny y Kevin. Compartían un cuarto donde dormían en un catre junto a su hija Ana Sofía. La habitación era pequeña y oscura, con una estufa de leña que iluminaba la mesa y las sillas donde comían. La televisión de 50 pulgadas era lo único que brillaba en la habitación, pero no podía iluminar la opacidad que se había acumulado en el foco incandescente debido a las moscas y los excrementos. La letrina estaba afuera de la casa, un simple hoyo en la tierra que desprendía un olor desagradable.
Jeny era la mayor de siete hermanos y creció en un hogar lleno de violencia y alcoholismo. A pesar de ello, siempre había sido una joven muy creyente de la Virgen de Guadalupe. Kevin, por otro lado, era el hijo no deseado de una madre soltera que lo maltrataba constantemente. A pesar de su trabajo como chofer de autobús, lo gastaba todo en prostitutas, alcohol y drogas. Ambos habían tenido una hija a la que llamaron Ana Sofía.
Pero la vida de Jeny nunca fue fácil. Desde adolescente había sufrido la agresión de Kevin, su vecino de al lado. En un principio, él parecía ser su amigo y confidente, pero a medida que crecían las cosas cambiaron. Jeny se enamoró de él y lo que comenzó como un romance apasionado, pronto se transformó en un infierno de abusos y violencia. Kevin la golpeaba sin piedad, la humillaba y la insultaba. Sin embargo, ella seguía creyendo que él cambiaría y que la amaba de verdad.
Pero la pandemia del coronavirus había llegado al pueblo y las cosas se volvieron aún más complicadas. Jeny y Kevin tuvieron que quedarse en su cuarto todo el tiempo, sin poder salir a trabajar ni a comprar comida. La tensión y la violencia entre ellos aumentaron, y un día Kevin llegó borracho y comenzó a golpearla de nuevo. Esta vez, Jeny no pudo soportarlo más y decidió que tenía que escapar.
Pero Kevin no estaba dispuesto a dejarla ir. La persiguió por el pueblo, gritándole cosas terribles y amenazándola de muerte. Finalmente, la alcanzó y la mató en un ataque de rabia.
Después de eso, Kevin comenzó a tener alucinaciones y a ser atormentado por el fantasma de Jeny. La veía en todas partes, su voz resonaba en su cabeza y no podía escapar de ella. La culpa lo consumía y el dolor lo llevaba al borde de la locura.
Un día, mientras estaba sentado en el cuarto, el fantasma de Jeny apareció frente a él. Lo miró fijamente a los ojos y le dijo: “Tu maldad me destruyó, pero ahora es tu turno de sufrir”. Kevin se derrumbó en el suelo, llorando y gritando, mientras el fantasma de Jeny desaparecía en la oscuridad.
Desde entonces, nadie volvió a ver a Kevin. Se dice que se fue del pueblo, pero muchos creen
Los días pasaron y Kevin seguía sumido en su delirio, incapaz de escapar de la obsesión que lo había atrapado. El fantasma de Jeny lo perseguía a todas partes, atormentándolo sin piedad. A veces, cuando cerraba los ojos, podía sentir su aliento helado en la nuca y sus dedos fríos acariciando su piel.
Una noche, mientras estaba sentado en su cuarto, Kevin escuchó un ruido extraño en el exterior. Se levantó con dificultad y fue a ver qué pasaba. Cuando abrió la puerta, se encontró con un grupo de mujeres vestidas de negro, todas ellas con los ojos vendados y las manos atadas. En el centro del grupo estaba Jeny, su cuerpo sin vida y desfigurado por la violencia.
Kevin se tambaleó hacia atrás, intentando escapar de la visión horripilante que tenía ante sus ojos. Pero las mujeres lo rodearon, apretando sus cuerpos contra el suyo y acariciando su piel con sus dedos fríos. El aire se llenó de susurros y gemidos, y Kevin supo que estaba atrapado en una pesadilla sin fin.
De repente, una luz brillante iluminó la escena, y una figura divina se materializó frente a él. Era la Virgen de Guadalupe, rodeada por un aura dorada y vestida con un manto de estrellas. Con su voz suave y melodiosa, le dijo a Kevin que debía expiar sus pecados si quería liberarse del tormento que lo aquejaba.
Kevin lloró amargamente, arrepentido de sus acciones pasadas. Juró que se enmendaría y que nunca volvería a hacer daño a nadie. La Virgen sonrió con dulzura y desapareció en el aire, llevándose consigo las mujeres vestidas de negro y el cadáver de Jeny.
Desde ese día, Kevin cambió por completo. Se dedicó a cuidar de Ana Sofía con amor y dedicación, y se convirtió en un ferviente seguidor de la Virgen de Guadalupe. Jamás volvió a tener alucinaciones ni a ser atormentado por el fantasma de Jeny.
Sin embargo, en los rincones más oscuros de su mente, Kevin sabía que nunca podría escapar completamente de su pasado. Siempre llevaría consigo el peso de la culpa y la vergüenza, y tendría que vivir con el recuerdo del horror que había cometido. Pero al menos, gracias a la Virgen, había encontrado la redención y la paz interior que tanto había anhelado.
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La musa metafísica >> Carlo Carrà., Italia, 1881-1966.
Alejandro Roché nació en el Edo. de Méx. en 1979. Ingeniero en Comunicaciones y Electrónica por el Instituto Politécnico Nacional. A la par de su desarrollo profesional como programador informático, se ha ejercitado desde temprana edad en la disciplina de la Literatura, sobre todo en el campo de la narrativa. Lector ávido. De 2000 a 2005 formó parte del Taller de Creación Literaria del escritor Julián Castruita Morán dentro de las instalaciones de la ESIME-Zacatenco del IPN. Durante los próximos años escribió la novela Abraxas, hoy publicada por entregas y disponible en este medio. Colabora con profusión en Sombra del Aire desde mayo de 2015.