De tantas historias de creaciones, como las que se conocen, Aura tuvo su momento. La historia dice que fue creada de mármol y arcilla, de ahí su color blanco. Fue moldeada por un artesano, la moldeó a la perfección, cubrió su desnudez con un manto de mármol, fiel a la creencia de la Edad Media que decía que si tallabas una escultura lo mejor posible y soplabas sobre ella, le dabas vida, se animó a hacerlo, pero además se embarcó en muchas aventuras para conseguir una chispa de la mítica energía que había escuchado, era tan poderosa que podía iluminar una ciudad entera, con eso regresó al pueblo, se encerró en su taller y, ahí, frente a Aura, abrió un pequeño hueco en el pecho y alojó la chispa, los materiales de que estaba hecha eran buen contenedor, el artesano sabía que la historia tenía otra posibilidad, si por alguna razón esa chispa salía de su albergue y se usaba como una fuente de energía para propósitos oscuros, podría destruir el pueblo, el artesano trataba de evitar eso, sabía que si funcionaba, tendría que cuidar a Aura.

Una vez puesta la chispa, el cuerpo empezó a cubrirse de otras chispas azules, pero según cuentan, lo que le dio vida fue el soplo de su padre, Aura con la cara de mármol y los ojos azules por la electricidad de la chispa dio sus primeros pasos y reconoció en el artesano, una figura paterna. El pueblo no era muy extenso, tampoco tenía luz, se alumbraban todavía con el fuego de las antorchas, la peculiaridad de Aura era lo que más le preocupaba al artesano ante un pueblo tan opaco y olvidado. Para su sorpresa, Aura escapó del taller y entonces entró en contacto con su pueblo, la gente quizá por el enigmatismo o por el calor de la propia Aura, lejos de extrañarse, la recibió. Aura sin pensarlo pasó de la niñez a la adolescencia y luego a la juventud, era buena, ayudaba al pueblo y el pueblo, quizá por su presencia, era nutrido por el mágico hechizo que la rodeaba y era feliz, Aura tenía la inocencia de la niñez y el cariño de una joven enamorada. Pronto la noticia de que en algún pueblo un artesano le había dado vida a una chica de mármol se esparció como el viento, y fue así que un día, en una carreta tirada por caballos, llegó un hombre, se dedicaba a dar espectáculos, cargaba consigo bolsas de ceniza con las que hacía trucos de magia, traía a un joven que se encargaba de asistirlo, que por entonces, tristemente tenía la edad de Aura. La joven cayó hechizada de aquel espectáculo que el ambulante ofrecía, pero más del joven, de quien inexplicablemente quedó enamorada. El artesano supo lo que pasaba, pero lo dejó pasar. El chico se veía bien, pero el ambulante, no. El hombre le preguntó por el color azul de sus ojos a Aura. La joven, maravillada, le contó que todo estaba en su corazón, pero el tipo, viajero como el artesano, conocía la historia y comenzó a maquinar un plan. Una noche, con el joven y Aura solos, viendo las estrellas —cosa que le encantaba a Aura—, los dos se besaron, parecía que el amor iba a florecer entre ellos. Aura le preguntó por la máquina de la que tanto hablaba el hombre, el joven le dijo que era una máquina para su magia, pero para ello necesitaba una fuente de poder. Si Aura era la creación perfecta, esa máquina era el desastre. Aura estaba maravillada por el relato, no se dio cuenta de que su pecho brillaba con las estrellas, tenía tiempo ocurriendo, toda su vida, entonces así de repente, el joven le metió la mano al pecho y le quitó su chispa. Aura lo miró pero sus ojos comenzaron a apagarse. El joven corrió con el hombre, puso la chispa, pero la máquina no resistió y les costó la vida. El pueblo se fue poniendo gris y el artesano se dio cuenta demasiado tarde. El pueblo desapareció, sin saber dónde estaba Aura. El joven no le rompió el corazón, le hizo algo peor, le fragmentó el alma. Dicen que el pueblo sigue ahí, deshabitado. Viajeros dicen haberlo localizado y que ahí aún se encuentra el cuerpo de Aura, pero su cara tiene grietas y sus ojos siguen dando chispazos azules por algún motivo. Me pone triste pensar que ahí sigue mi Aura. De todas las historias, de todas las creaciones, Aura es la más reciente y de la que menos se sabe.

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El libro de cuentos >> William-Adolphe Bouguereau., La Rochelle, 30 de noviembre de 1825 – ibídem, 19 de agosto de 1905.

Luis Medina Ferreyra (Morelia Michoacán, 10 de agosto de 2003) es egresado de la licenciatura en Comunicación de la Facultad de Letras de la UMSNH y miembro del Consejero Técnico, colaboró para la Gaceta Nicolaita y la Comisión de Prensa y Difusión, fue fotógrafo y camarógrafo para Strong Classic Wrestling, fue ponente en el Coloquio UMSNH-UNAM: literatura y comunicación: intersecciones y desafíos en el mundo contemporáneo. Es poeta y narrador desde hace tres años, entre sus obras se encuentran los poemas Una vez nunca más, una vez para siempre (Gaceta Nicolaita, 2023) y Desmemoria (Antología hombre color de barro, 2024), La noche del vampiro: Crónica de la última lucha del Vampiro Canadiense en Morelia mención honorífica en la convocatoria Palabras de colibrí 2024, autor de la entrevista Escribir desde la profundidad de la noche (Boletín Filos, 2025), este año la UMSNH le otorgó el premio “Padre de la patria” 2025.

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