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Por Armando Escandón
“… define al prójimo…no con una fórmula teológica,
sino con una situación vital”.
Martin Luther King. Ser un buen prójimo.
Noche gélida, invernal.
La gran megalópolis. Los suburbios. La nieve cae.
Un perro semivivo, tras ser arrollado por un automóvil.
El sacerdote católico pasa. Ve al animal moribundo, piensa: “Es solo un perro…”.
De rato, un rabino cruza por el mismo sitio, apenas nota la situación: “Es solo un perro…”, se dice y continúa su camino.
En poco, un vagabundo se apersona, es un hombre cualquiera. Se quita la camisa, en ella envuelve al can, lo abraza y se lo lleva.
“Jesús, Yavhé y los dioses todos bendigan a aquel quien ayude a su prójimo”, susurra en un gruñido el perro, mientras comienza a entrar en calor.