Por Armando Escandón
Querido Facu:
Nos conocemos desde hace mucho tiempo, desde los años del parvulario. Fue en esos días cuando el malo de Felipe me quitó el Nenuco que me trajeron los reyes magos y le arrancó la cabeza, la clavó en el palo de la escoba del conserje, dijo ser un caníbal y comenzó a bailar sin control, él la llamó su “danza feliz”. Todos me hicieron burla. Yo me refugié bajo un árbol con mi muñeca sin cabeza y me puse a llorar. Entonces, apareciste tú…
Facu, me duele, mas debemos decirnos adiós, debo conocer a otras personas y hacer más amigos. Ya no soy una niña, tengo 13 años y estoy grande para tener un amigo invisible. Siempre te recordaré, pero ya es hora de que te vayas. En el mundo debe haber otra niña necesitada de un amigo invisible como tú.
Hasta siempre, María Delia.
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Estimada María Delia:
Yo no te elegí, fuiste tú quien me llamó con su tristeza, con cada lágrima derramada aquel día en que Felipe le quitó la cabeza a tu muñeco. Yo pasaba por ahí y no pude contenerme. Él necesitaba recibir una lección; por eso le metí el pie. ¿Te acuerdas?, se cayó y se raspó la cara. Pero, ¿por qué me mientes?, entre tú y yo no hay secretos. Es cierto, has crecido, sin embargo, no es del todo verdadero tu deseo de conocer a otros amigos o tu interés por que yo busque a otra niña. No, tú quieres deshacerte de mí para seguir dándote besos con Felipe sin que nadie los vea. ¿Acaso crees que no me di cuenta cómo el día de la excursión se apartaron de los demás y se escondieron entre los árboles? Sí, vi cómo se besaban sobre el pasto. Felipe acarició tus piernas, metió sus manos debajo de tu falda y tú comenzaste a respirar más fuerte…
¿A dónde he de ir? Las niñas de hoy prefieren las mascotas o cualquier juguete antes que un amigo invisible. En definitiva, no me voy, me quedo a tu lado.
Facu.
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Malvado Facu:
¡Terrible!, ¡terrible Facu! Por tu culpa estoy sola, abandonada y solterona. Mis compañeras de la primaria ya son abuelas. Juegan con sus nietos, los cuidan, les cuentan el cuento del patito Misiripipi. ¿Y yo? Solitaria como una muñeca sin cabeza. Y aunque lo niegues, sé bien que es tu culpa. Tú te encargaste de fastidiar uno a uno a mis pretendientes: a Felipe lo ahogaste en su propia alberca; a Rubén le diste el veneno de las ratas; a Roberto le rompiste las piernas…
Todos acusan a la mala suerte, al destino, dicen que fueron accidentes. Pero yo sé la verdad: Tú fuiste el único responsable.
Te odio, Facu. ¡Maldigo la hora en que te conocí!
María Delia.
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Mi avejentada María Delia:
Ya está lejano aquel día cuando tus rubias trenzas y tu frugal rostro me hicieron quedarme a tu lado. Tus manos, antes lisas, ya no son más que una masa informe de arrugas. Tus ojos han degenerado en un par de carbones consumidos. Tus labios ya sólo esperan el beso de los gusanos.
Hice caso a uno de tus viejos consejos: busqué a otra niña. Ella sí me aprecia. Me deja acariciar su largo cabello y le gusta que le haga cosquillas en el regazo y le murmure palabras al oído. Pero lo mejor es que me permite cuidarla de los niños malos como Felipe.
Me voy, hasta nunca.
Facu.