SOBRE LA INSPIRACIÓN Y SUS MODOS DE APARECER

La inspiración ha sido, desde siempre, una presencia discreta y difícil de explicar. En el ámbito del arte, donde las ideas parecen surgir de lugares que uno no sabe nombrar, este fenómeno adquiere un peso particular. La Real Academia Española habla de un estímulo que impulsa la creación. Pero la palabra, con su raíz de “respirar hacia adentro”, sugiere algo más íntimo: una forma de aire que no entra por los pulmones, sino por una zona profunda del pensamiento.

Los griegos atribuían este impulso a la visita de las Musas, como si la mente pudiera abrirse por un instante a una claridad que no le pertenece. Esa imagen, aunque antigua, sigue resultando verosímil. La inspiración tiene algo de visita inesperada: llega sin anunciarse, se instala sin pedir permiso y, cuando se va, deja un silencio particular en el que el creador intenta comprender qué ha ocurrido.

Amparo Gaspar la define como una conexión emocional intensa con una idea o una imagen. Es cierto: muchas veces la inspiración nace de algo pequeño —un gesto, una frase, una luz— que de pronto adquiere un significado inesperado. Lo que antes parecía cotidiano se vuelve relevante, casi urgente. El artista siente un impulso de responder, de transformar aquello que lo tocó en una forma que pueda compartirse.

La ciencia moderna ha tratado de asomarse a este territorio. Dietrich y otros investigadores hablan de redes neurales que se activan de maneras inusuales, de momentos en los que la mente baja la guardia y permite que aparezcan asociaciones nuevas. Son explicaciones que aportan claridad, pero no reemplazan la experiencia interior. Porque la inspiración no es solo un proceso cerebral: también es un modo de sentir el mundo.

Las emociones cumplen aquí un papel decisivo. Csikszentmihalyi ha descrito esos estados de concentración en los que pensamiento y sentimiento se alinean. En esos momentos, el trabajo creativo fluye con una naturalidad difícil de forzar. La obra resultante no es únicamente una construcción intelectual: es la huella de una emoción organizada en palabras, colores o sonidos.

A lo largo de la historia, se ha discutido de dónde proviene este impulso: si es un don, un aprendizaje, una forma de intuición o un regalo del azar. Hoy persiste la idea romántica de que basta con esperar ese instante especial para que la obra se produzca por sí sola. Pero la práctica dice otra cosa. La inspiración puede iniciar el movimiento, pero no lo sostiene.

Graham Greene lo expresó con franqueza: si uno esperara la inspiración para trabajar, no haría nada. Isabel Allende, con su ritual de comenzar cada libro el 8 de enero, confirma la importancia de la constancia. Ambos entienden que la inspiración es un comienzo, no un método. El arte requiere perseverancia, una relación paciente con el oficio.

El talento, por valioso que sea, no sustituye ese esfuerzo. La creatividad necesita práctica, técnica, atención; necesita, sobre todo, tiempo. Como afirma Sawyer, es un proceso dinámico donde se unen habilidades y estados mentales propicios. Crear no es improvisar: es sostener un diálogo entre lo que uno imagina y lo que uno puede hacer con sus manos.

Picasso sintetizó esta idea mejor que nadie: la inspiración existe, pero debe encontrarte trabajando. No se trata de restar importancia al instante inicial, sino de comprender su medida justa. La inspiración ilumina, pero solo el trabajo permite que esa luz tome forma.

Quizá la mejor manera de entenderla sea esta: la inspiración es un comienzo. Algo que despierta en silencio, que empuja suavemente hacia adelante, que abre una puerta hacia lo que todavía no existe. El resto —el camino, la obra, la forma final— depende de la voluntad de seguir adelante cuando la chispa ya no arde, pero el impulso persiste.

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Poesía >> Alfons Mucha., Chequia, 1860 – 1939.

Alejandro Schnarch Kirberg nació el septiembre 3 de 1945 en Viña del Mar y, después de mucho recorrer, ahora vive en Bogotá, Colombia, a 2.601 metros de altura… De padre rumano, madre chilena, abuela rusa y abuelo argentino, hijo de Austriaco. Felizmente casado, con hijos y nietos… Ha vivido en varios países y se ha bañado en el océano Pacífico, Atlántico, Mediterráneo, Mar Muerto, Mar Rojo y el Caribe… Estudió en la Universidad de Chile y Ben-Gurión de Israel. Profesor universitario, ejecutivo, escritor y consultor. Recibió el “Premio Iberoamericano de Creatividad e Innovación” México 2016 y DOCTOR HONORIS CAUSA, Asociación Internacional de Profesionales en Ciencias Administrativas y Empresariales de Latinoamérica, CINEA 2024. Autor de los libros “Creatividad e Innovación” Alfaomega, México 2018; “Creatividad para un mundo mejor” Ecoe, Colombia 2020; “Marketing y creatividad para emprender”, McGraw-Hill, México y España 2023, y “Creatividad en acción”, Ediciones de la U, Colombia 2024.

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