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Por Vladimir Espinosa
No aprendí esta Ciudad,
broté de este lugar;
con sus anchas avenidas,
cortas, medianas y luengas
cuando era la chica de Coapa,
alegre y festiva, de los setenta.
Me fui gestando en su vientre,
gigantesco, templado y soleado,
y recibí sus caricias entre raudas avenidas,
cuando era la moza de Coapa.
Los gorriones cantan y anidan en ella,
los azulados tordos picotean.
Nací en esta Ciudad,
estruendosa y dulce madre,
adorada y callada, de Coapa.
Me fui con ella en infinitas divergencias,
copulaba cómplice de gritos y alegrías,
cuando era la chica de Coapa.
Niño, adolescente y hombre,
contemplo su amor,
…esa llama no se apaga.