Siempre en el Para Siempre, lo vislumbro en la misma esquina; cae a veces con la espesura de lo nocturno cual pintura ausente de crianza. Siempre enfrentada a lo justo. La criatura fue el descuido de un deseo que, más allá de mi etérea juventud, no delimita a lo ingrato de la más aterrada de las cosas que se aparece en mi morada. Como quien se recrea entre juegos que son plenitud de la tempestad que se avecina ante mi evanescencia. Un corazón que aparece y desaparece cada vez que canta a las mañanas de la aurora benévola un himno de esperanza.
Entre los mismos endebles de las gracias, que son encuentros de la cordialidad de las avenidas en las que con regularidad me pierdo; esta apariencia o aparición de la desinteresada tardanza de las calumnias que no tardan en ensombrecer a mi vida de amatistas y jades de oxidada mansedumbre, son más tristes que lo que ahí se teje en mi vida; a veces son añoranzas, otras veces se materializan como enjambre de fragancias de esquinas, y por dentro delínea la semejante rectitud que da el corazón de una fruta recién nacida. Es embrión de un sueño; y no es extraído que sea la más endeble de las obras.
Engorda a veces las canicas de mi nombre; debajo de la cama tan sólo persisten los juguetes más justos; pero todos devoran las golosinas que guardo en mi baúl de ensueño de recuerdos. La eternidad esgrime una puesta de medias estrellas, cortadas en quinces turbias partes. Recreo entre el tramado a mi puerta la más agraciada de las tardes de remembranza. Estoy sometido al poderío y decoro del rubor de mis sonrisas. La forma como esas formas de sombras con las que decanto un aroma a rosas; me silba al oído la bondad y gracia risueña del candor de las almohadas de mis propias plumas que se derraman cada vez que intento alejar a la ingrata forma de esa esquina en la que están depuestos el moho de mis ropajes victorianos
Ácida corporeidad, nublas el juicio de las formas más resplandecientes, de esa pintura que ennoblece todo lo que esta majestad de la mudez de las formas; se engrandece con la gripe con la que me encandilan las apariencias del jolgorio que, a la escucha de mi propia escucha, decanta el Do-Mi-Fa-Sol-Si-Re-Do de las entrañas que esgrimen a la cordialidad, de las más volátiles de las frases, que esa apariencia me susurra como un espanto desde las patrañas de regueros justos.
De esos mil arcoíris dibujados en los suburbios, a los más desnaturalizados gises que pintan las paredes, son los mapas de piratas con los que me enfrento ante la estratagema que les tengo, la búsqueda de un tesoro sin final en una tierra de Nunca Jamás. Soy sólo una cría. Retardo los relojes de la más ennoblecida cordialidad; retuerce a ese solariego terrario que esta historia relata como un cuento de hadas insondable e imborrable.
Soy consciente que es una sombra de sombrillas de acérrimas gamas, de retorcidas apariciones. Torno lo ensombrecido a la magnitud de los dédalos con los que coso el arrullo de la disruptiva de eso firme que lo esgrima sobre la palma de mis extremidades, y lo risueño de las flores que crecen en mi jardín sobre mi patio de juegos, no regentan lo que creo y en lo que creo.
Allí los objetos que representan mi niñez se demarcan con enredaderas; no he egresado de la jauría de casonas de inofensivas de telarañas recias en las que me instan a refugiarme, con afluentes de las dulcificadas comidas que me sirven; metidas en la singularidad que se atreve a ennoblecer la magnitud de eso que reverdece a mis recuerdos de la ayuda a la que espero. No hace mucho estoy en esta tarea de enfrentarlo; tengo cinco años y estoy entrometido en un embrollo con esta cosa que no se marcha de mi lado.
Sueño y repaso un ensueño de medios soles; ésos esgrimidos ante el telar con el que me arropo.
Sueño y repaso un ensueño de medios soles; ésos esgrimidos ante el telar con el que me arropo.
Sueño y repaso un ensueño de medios soles; ésos esgrimidos ante el telar con el que me arropo.
Sueño y repaso un ensueño de medios soles; ésos esgrimidos ante el telar con el que me arropo.
Sueño y repaso un ensueño de medios soles; ésos esgrimidos ante el telar con el que me arropo.
Declaro residuales estimas a mi propio progreso, de encandilar la llama de la luminaria de la chimenea de esa habitación de geografía silvanezca; con lo gratificado de lo orientado y desorientado de mi propia firmeza; agraciada amalgama. Magnitud que recuerda que soy como él, aparecido y atardecido entre lo magnánimo de la tarde en la que las aves revientan las burbujas de iris decentes figuras. Como las estrellas adoran al camafeo de la nocturnidad clara; en la claridad de mis formas espero el contacto con lo más dócil que me ofrece esa figura desgraciada que vive y revive desde hace treinta y dos meses en mi propia alcoba; como un espectro de la tarde. Sus ojos son dos soles cosidos a una boca, sobre una frente de su treintena de testas.
Ampara a la cordialidad, cuando en los porqués le encomiendo a la ingenuidad de mis propias carencias, que si se piensa o si lo pienso, con las maromas frecuentes de otros ojos y otras cabezas, en las que extremidades se abren para recibirlo; es como una amistosa aparición que me besa en los párpados de mi imbuido corazón. Con sus regueros de versos de poemas de besos, de esas desdibujadas siluetas de kilogramos de fragancias y sabores a canela, albahaca, romero y naranjas confitadas que me agrada degustar.
Antes de reconciliarme con el país del ensueño sobre el que se enceguecen los ritos de mi familia de reverencias y nobles apariciones de sigilos en esos suburbios de torres de árboles de besos de petróleo y otros magnificados reyes, nobles y principescas hurtadillas con las que debo revivir entre afanados momentos de momentos de momentos que imagino, tan sólo como míos.
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El cazador de estrellas >> Remedios Varo., España, 1908-1963.
Vanessa Sosa nació en Mérida, Venezuela en1986. Historiadora del Arte (2018) egresada de la Universidad de Los Andes. Es una escritora que se considera aprendiz y también autodidacta. Inició en el mundo de la escritura en el año de 2018 con microcuentos y microrrelatos, que transformó después, en relatos más extensos. Se especializa en el género fantástico porque es el que más escribe, sin embargo, considera que hay mucho por mejorar.
Correo electrónico: sosa.Children.of.The.Elder.God@gmail.com
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