LIBÉLULA EN LA PUNTA DE UN ALFILER

por Guillermo Santana

No tomes muy en serio el palpitar del agua,

la noche constelada en el reflejo de mis ojos.

El viento en la transparencia de tus alas se detiene.

El reflejo del cielo en un charco estancado,

es tu corazón seco en una llanura desértica.

Todo puede ser una historia mal interpretada.

.

Probablemente no hubo un fin,

y todo estaba escrito en un mito al que nunca pertenecí.

Éramos tan jóvenes y estúpidos

que cambiamos secretos de los inicios del tiempo por droga,

y varios poemas por un par de botellas de vino.

Faltamos al mandamiento más sagrado de Dionisio y de Hades:

echar el vino a la hierba,

raptar a la diosa del inframundo

para llevarla hasta puertos de sal y soledades.

.

Acepto mis pecados:

lastimarte con tormentas de martillos en láminas de cobre,

un remache metálico los tímpanos;

hacerte daño con dudas,

cerrar tus labios con micromachismos.

Me confieso culpable y sádico.

Que Zeus tire un rayo en mi pierna

y que mis hijos sean sordos de nacimiento.

.

Insisto.

Éramos tan jóvenes

que pusimos de un lado de la balanza el amor

y al lado contrario,

nuestras caricias.

El accionar nuestro fue tóxica miel

saliendo de la boca,

nuestro modus fue declarar la guerra

a la persona amada en un campo cerrado.

.

Insisto.

Éramos demasiado jóvenes

para saber que el tiempo es una máquina robusta

sobre un campo de girasoles.

El goteo del tiempo simplemente siguió su curso,

y abandonamos esta nave de acero y sangre

cuando entramos por la puerta del invierno.

Probablemente tú y yo somos ilusiones:

tú de mi realidad, yo de la tuya.

.

Todo fue autoilusión y autoengaño.

Quisimos hacer una nueva constelación,

un nuevo cielo,

un baile encima del agua,

suspensión de alas,

equilibrio de instantes.

Pero sólo hubo una mala historia de deseo,

y unos días nos amamos demasiado

para odiarnos aún más por el resto de nuestro tiempo.

.

Agregamos más ficción para alargar la agonía

y seguir por una ruta que se iba perdiendo al paso.

Nuestra historia fue escrita en la arena del mar,

borrada por brisas del poniente,

bellos atardeceres cayendo al filo de las seis.

.

Adornaron pasajes

musas con letras de himnos divinos y arpas.

Pasaron caballos desbocados en una carrera

seguida de minotauros de guerra.

Volvimos a escribir más recuerdos

que aún quedaban en la memoria de nuestros muertos,

pero la diosa ilusión no fue generosa con nadie.

.

Cayeron lluvias, monzones en la estación más calma.

Nuestra escritura fue recontada año tras año,

y cada vez se agregaron escenas de algún jardín del inframundo,

miedos del río de los muertos,

locuras del Tártaro.

En fin, deseamos tanto seguir en esta historia

que cada vez escribimos nuevos pasajes

donde sólo estábamos tú y yo,

pero la diosa ilusión no fue generosa con nadie.

.

Clepsidra,

todo instante es una ruptura en el vórtice

de este universo de múltiples fractales.

.

IMAGEN AL EXTERIOR

Cualquier día en CDMX >> Guillermo Santana >> Fotografía

Guillermo Hernández Santana. En el ámbito académico, es lingüista por la ENAH, maestro en Estudios Mesoamericanos y doctor en Antropología Lingüística por la UNAM. Actualmente se desempeña como docente universitario, donde además dirige tesis de investigación. Asimismo, ha realizado trabajo etnográfico y lingüístico en la comunidad comcaac (seri), en la costa del Desierto Sonorense. Particularmente estudia cómo es el tiempo y las representaciones sociales entre los comcaac. En 2016 fue galardonado con el premio de lingüística Wigberto Jiménez Moreno a la mejor tesis de maestría. En el ámbito literario, ha cultivado diversas formas poéticas, tal como el Hai ku y el verso libre, asimismo escribe ensayo habitualmente. En 2007 ganó el Segundo lugar en el concurso de poesía organizado por la librería El Laberinto. Sus obras, tanto académica como de creación literaria, se encuentran publicadas en diversos medios impresos y electrónicos. Colabora en Sombra del Aire desde abril de 2017.

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