MARIANA

por Alejandro Roché

Por Alejandro Roché

Dime… ¿Qué soy ahora, si ya no soy quien antes era? ¿Qué quieres que haga, si marché al infierno y no descubrí castigo suficiente y en el cielo la paz anhelada no hallé? ¿En dónde buscar ahora? MARIANASi entre el cielo y el infierno sólo hay un pequeño trecho y en él estamos los hombres influenciados por fuerzas inasibles a nuestra nimia razón.

Llorar quedo, con una sonrisa, imaginando el inevitable suicidio; es emocionante, o al menos por un momento para sentir una sensación distinta a la desesperanza… aunque con el tiempo resultó agradable compañera, sus besos tienen un sabor a sal, muy excitantes al hacer el amor, en tanto mi alma vagabunda busca consuelo en los brazos de una ramera, y creyéndola su madre, mama de sus pechos sumo de leche fofa y como queriendo salvarla rezo a Dios, a ese Dios que no sé si existe o tan sólo es mi aferración a la vida eterna, o a esta miserable existencia en la inmundicia humana.

Sin embargo, en la aurora el suicidio deja de ser emocionante para transmutarse en una sensación vulgar, mas no deja de atraerme el sentir la muerte en mis venas recordando que te adoré como a una diosa, y a pesar de ser maldita, detrás de tu faz se esconde una niña aprisionada en los recuerdos de una violación, motivo por el cual me odias. Pero dime ¿Qué culpa tengo que seas mujer y yo tú padre?

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