LOS DESIGNIOS DE LA LENGUA

por Roberto Marav

Por Roberto Marav

Para Ana Tsutsumi

El hablante tiene como tarea ser comprendido y lograr que lo comunicado sea eficiente y exitoso; por su parte, la tarea fundamental del oyente es inferir un mensaje coherente del paquete lingüístico que le presenta el hablante […]. Desajustes en el proceso comunicativo entre hablante y oyente, reinterpretaciones por parte del oyente, o también manipulación discursiva pragmática por parte del hablante para lograr mayor eficiencia en su interlocución con el oyente, generan cambios.

[……]

Las formas no están dadas para el oyente, su interpretación en un contexto específico siempre implica algún tipo de análisis; esta dependencia de contexto invita a reanálisis, a malas interpretaciones y a subsecuentes reinterpretaciones; invita también a nuevas asociaciones paradigmáticas que pueden originar cambios.

Concepción Company

Víctoria barriendo la lengua Miguel Ángel Garrido

Victoria barriendo la lengua » Miguel Ángel Garrido

 

Antes de que una suposición se superponga sobre la autoría del contenido del siguiente texto, quiero aclarar que la información aquí vertida corresponde en su mayoría a una serie de estudios realizados por la lingüista mexicana Concepción Company Company sobre el cambio lingüístico, yo, solamente funjo como mero transmisor de dicho conocimiento.

Dada nuestra corta y afortunada condición de mortales, es difícil imaginar que una lengua o un sistema de comunicación que sirve como un código en común para un grupo de hablantes, pueda sufrir cambios habiendo tanta prosapia del bien decir y sobre todo si el sentido literal de cambio nos acarrea el pensar que dicha transformación de las reglas gramaticales y de sus formas afectarían el entendimiento entre hablantes, trastocando la efectividad comunicativa. Pero es justo esa operación de dimes y diretes la que hace que la lengua sea eficaz y efectiva para transmitir nuestros más impertinentes o significativos pensamientos.

Los que se han aventado a explorar estas variaciones en el habla se han percatado de que estos cambios a la vez de constantes e imperceptibles, son esenciales para la funcionalidad de cualquier lengua. Nosotros, los pelagatos, podemos decir inadvertidamente entre ‘la pluma de Yovani’ y ‘su pluma de Yovani’. Habrá quien se percate de ambas posibilidades y piense que una es más apropiada como aislante expresivo de nuestro código verbal ante receptores más fufurufos y, que la otra la soltamos irreflexivamente con cualquier hijo de vecina. Pero no nos espantemos por la usanza entre una u otra forma ya sea en este ejemplo o cualquier otro que se les ocurra. La duda de si una forma es más correcta o acertada que la otra solamente indica que un cambio lingüístico está en proceso de cuajarse en nuestra lengua, cambio que no veremos asentado pues éstos se dan a través de periodos prolongados de tiempo y la preponderancia de una preferencia sobre la otra pasa imprevista entre generaciones de hablantes.

Como ejemplo de esto último, la palabra ‘pelafustán’. En los años de la canica (o sea, que ni los abuelos de los abuelos de nuestros abuelos habían nacido), una de las telas en boga era precisamente el fustán, y una de sus características adversas al buen vestir era su pelaje de algodón propenso a llenarse de pelusas. La necesidad y el tedio llevaron a inventarse el oficio de pelar esas prendas con hechura de fustán. Es fácil imaginar que tal oficio no era tenido en buen aprecio, así que un insulto contundente era proclamar al injuriado con ese vocativo. Hoy en día es más común escuchar pelagatos (otra palabra compuesta y que invita a sospechar una cruel ocupación). Existe también el término despectivo gato, recurrente en México para referirse a alguien como persona servil o criado. Estos tres términos tal vez sigan prevaleciendo en el léxico de futuros hispanohablantes pero únicamente por la tradición despectiva, pues su origen semántico quedará velado por las tinieblas del uso común y generalizado.

Hay palabras que cambiaron de lugar dos de sus sonidos consonánticos, fenómeno llamado por los fonetistas como ‘metátesis’. Un ejemplo del cambio totalmente realizado es el de la palabra ‘murciélago’, palabra originalmente conformada como ‘murciégalo’ compuesta por mur del español antiguo que significaba ratón, y ciégalo, palabra derivada del latín caecus cuyo significado era ciego.

En el discurso de cada día solemos elegir entre dos o más variantes para decir una idea. Construimos sustantivos a partir de verbos: ‘le dio un llegue a tu auto’; adjetivamos con sustantivos: ‘la zorra de mi vecina’; optar entre distintos pronombres: ‘¿la ayudo? señora’ y ¿le ayudo? señora’. Solemos convertir un nombre (Google) en una actividad (googlear) y hacemos una infinidad de invenciones para darnos entender y ahorrarnos mucho parloteo. Cuando hay posibilidad de elección, elegimos entre una porque pensamos que es más afín a nuestro pensamiento que la otra. Por tanto, no se abrume con las maneras de decir las cosas y mucho menos se acostumbre a decirlas del mismo modo. La precisión y la belleza suelen encontrarse en locuciones inusitadas en el habla que nos lleven a entender los conceptos y las realidades dentro de otra realidad llamada Literatura. Pero eso será el pan que desmoronaremos en la siguiente aproximación al lenguaje de la poesía.

Chao, chao.

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1 comentario

Nidya Areli Díaz Garcés 21/04/2016 - 15:03

¿Cuán propia o impropia es nuestra #FormaDeHablar?, ¿De dónde vienen las palabras que utilizamos?, ¿las #PalabrasDespectivas, tal como #pelafustán o #pelagatos? #RobertoMarav nos lleva de manera muy amena y entretenida por éstos #LosDesigniosDeLaLengua. Buena tarde tengan nuestros lectores.

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