ANTIBORGES, COMPILADO POR MARTÍN LAFFORGUE

por Armando Escandón

Por Armando Escandón

Tras la Segunda Guerra Mundial, los grandes discursos sucumbieron. Las décadas posteriores terminaron de atomizar los postulados universales y cerrados, piénsese en la caída del Muro de Berlín. La posmodernidad rechaza la construcción de propuestas unívocas y sempiternas. Entonces, ¿por qué, mínimamente, no “repensar” los grandes paradigmas literarios por más investidos de grandeza que estén? ¿Por qué no cuestionar a las estatuas de bronce de los nombres y obras que se repiten como parte del canon literario cual tabla de multiplicar?

Como un eco de lo anterior, Martín Laforgue en Antiborges recopiló materiales de Raúl Scalabrini Ortiz, Ramón Doll, Liborio Justo, Enrique Anderson Imbert, Ángel Rama, Juan Gelman, entre otros autores más, donde se reflexiona la figura de Jorge Luis Borges desde posiciones “incómodas”. En el prólogo Lafforgue destaca la sobreproducción de materiales durante la conmemoración del centenario del natalicio de Jorge Luis Borges (1899-1986). El fenómeno abarcó desde la reedición de sus obras hasta la aparición de inéditos, la producción de “remeras, llaveros, posters y almanaques con su efigie”. Posteriormente, Lafforgue señala las intenciones de Antiborges: “El propósito de este libro es acercar un conjunto de textos que aunque ciertamente heterogéneos en su estilo e intención, en su enfoque estético e ideológico, permitan explorar nuevos mapas de lectura, abran puntos de fuga, en un sentido si no necesariamente contrario, por lo menos diferente al de la hagiografía” (11-12).

A continuación se transcriben algunos párrafos de Antiborges, como un breve muestrario de lo que el lector puede encontrar en dicho título:

Anderson Imbert (1910-2000): “Los ensayos de Borges son tan raquíticos en sustancia humana, tan carentes de fuerza y de originalidad, que no puedo comprender que susciten entusiasmo a nadie. Yo los leo y a veces con reconcentrada atención, pero no porque sean de Borges sino porque me atrae el tema. ¡Vaya la gracia! Con la misma fuerza solicitan mi curiosidad los sueltos periodísticos y algunas páginas del diccionario enciclopédico” (27-28)

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Carlos Real de Anzúa (1916-1977) y Ángel Rama (1926-1983):

Real de Anzúa: Lo curioso y hasta diría lo paradójico, es que tanto el erudito como el poeta proletario ven la realidad a través de las ideas, de los esquemas, de las culturas (¿Hay otra manera de verla?) Borges vive en un mundo franca y agresivamente cultural: el mundo de un gran patrimonio literario y metafísico…

Rama: Es una actitud analítica, disgresora y pasiva. De ahí que él opere sobre esa tradición como un escoliasta: crea su obra en las márgenes de libros ajenos y en su necesidad de un texto que comentar llega a inventar autores y libros para poder divulgar sus observaciones. Por eso me parece, sin que el calificativo menosprecie su excelencia, un escritor estrictamente marginal, que pertenece a una cultura marginal: la europea trasplantada totalmente a América y aún no asimilada (104-105).

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Pedro Orgambide (1929-2003):

La simplificación, por el prejuicio, es una de las características del pensamiento totalitario de Borges. En nuestra América, esta simplificación tiene remotos orígenes, arranca de la Conquista, de los primeros bandos y decretos de la dominación, está presente en el lenguaje del encomendero y el regidor y el militar que impone el tributo o la tortura. La simplificación abarca al indio y al negro y al gaucho cimarrón y al mulato vagabundo; es pensamiento y práctica de la clase dominante. La simplificación, por el prejuicio, supervive a la esclavitud, se arraiga en los sectores conservadores de la Colonia y de la vida independiente. El lenguaje, revelador de esos hábitos y costumbres, es rico en América en calificativos injuriosos para los marginados. En el pensamiento político de Borges, la simplificación, por el prejuicio, es uno de los más socorridos recursos. Atemperada por el humor, suele aparecer de pronto, en una declaración, en un artículo, en la respuesta casual a un cuestionario. Así el peronismo se simplifica en “infamia”, lo mismo que en un gaucho en busca de justicia se simplifica en “pendenciero”, o en un escritor (Horacio Quiroga), en “una superstición uruguaya”, según afirma en una edición dominical de La Nación en 1977 (284-285).

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Juan Gelman (1930-2014):

Es conocido el despiste y aun horror de las opiniones políticas de Borges. Elogió a Videla después de memorable almuerzo, se dejó condecorar por Pinochet, opinó en la España posfranquista que todo era mejor con Franco, decidió que a James Carter había que propinarle un golpe de Estado. Pero en 1981, en plena dictadura militar y antes de la guerra de las Malvinas, firmó la solicitada que las Madres de Plaza de Mayo lograron publicar en La Prensa en reclamo de sus hijos desaparecidos. A un agente de los servicios, presunto locutor, que lo interrogó a micrófono abierto, Borges confirmó que había dado su firma para la solicitada y la audición se interrumpió abruptamente. A diferencia de otros intelectuales, que nunca supieron reconocer agachadas frente a la dictadura militar Borges reconoció sus errores; en el documental mencionado aclaró: “Al ser ciego y no leer diarios, yo era muy ignorante. Pero la gente viene a mi casa (la dictadura se guía en el poder), a contarme historias tristes sobre la desaparición de sus hijas, esposas, así que ahora estoy bien enterado. Durante un tiempo no supe nada de nada, las noticias no me llegaban, pero ahora esas cosas no pueden ser ignoradas. Sí, mucha gente me ha acusado de no estar al día. Pero, ¿qué podía hacer yo? Vivo solo, no conozco mucha gente, no leo los diarios” (334-335).

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Antiborges se torna una llave para repensar la figura y obra del autor argentino, no con la intención de satanizarlo, pero sí de atreverse a romper con la imagen inmarcesible con la que se le retrata cotidianamente, de modo particular, mirarlo de modo sincrónico, mediante los ojos de algunos de sus contemporáneos. Este libro invita a ver a los autores y sus creaciones como obras abiertas –medítese el concepto desde las premisas de Umberto Eco– y desmarcarse de las meras prescripciones canónicas. Aunque tampoco se puede negar la intención polémica de Martín Lafforgue al compilar estos materiales que observan, desde ángulos contraestatuarios, a uno de los autores más admirados del siglo XX.

FICHA BIBLIOGRÁFICA

Lafforgue, Martín, compilador, AntiBorges, Buenos Aires, Ediciones B, 1999, pp. 383.

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