ANGLICISMOS EN EL ESPAÑOL

por Armando Escandón

Por Armando Esandón

 

“La zorra no alcanzaba a coger las uvas y se excusaba en que aún las veía verdes, y eso mismo les ocurre a quienes piensan sin mayor reflexión que cualquier palabra inglesa ha de resultar más expresiva porque no existe en español; y lo que sucede no consiste en que la palabra alternativa esté verde, sino que no se halla al alcance de quien habla, quizá porque dar el salto y tomarla de la parra precisa de una buena gimnasia escolar y no la tuvo”.
Defensa apasionada del español, Álex Grijelmo, pp. 135-136.

Los idiomas son entes vivos, se mueven, cambian, adoptan e inventan palabras y dejan morir términos de poco uso, e incluso las mismas lenguas desaparecen. Por ello no debe extrañar que en español tengamos términos tomados de otras lenguas. Por ejemplo del árabe: abalorio, aceituna, acelga, alazán, albañil, alfarero, alhelí, alhóndiga, arrabal, azahar, alquitrán, cenit, jarra, jazmín, talismán, etc.; del francés: bajel, billar, blusa, broche, bufete, cadete, camión, corchete, cofre, dosel, ficha, hotel, manjar, paje, etc.; del italiano: alerta, bagatela, baqueta, bisoño, boleta, brújula, centinela, coronel, cucaña, chusma, escopeta, fachada, opereta, parapeto, saltimbanqui, soneto, etc.; del inglés: babor, bote, dogo, dólar, cheque, líder, mitin, rifle, tranvía, trole, vagón, etc.; del alemán: blindar, blonda, bloque, boxeo, cuarzo, draga, rifa, tonel, toalla, vals, etcétera.[i]

Cuando no hay un equivalente en español, sin lugar a dudas debe aceptarse la inclusión de nuevos vocablos, pero de lo contrario hay que insistir en el uso del idioma de Cervantes. En la actualidad hay quienes piensan que utilizar una mezcla extraña de “espanglish” denota sofisticación y estatus, cuando resulta todo lo contrario: una persona culta sabe aplicar las diversas variantes de su lengua madre.

Refiriéndome particularmente al caso de México,[ii] el espanglish[iii] tiene sentido cultural entre los inmigrantes, las personas que viven cerca de la frontera norte o los chicanos[iv] –su contexto y experiencia vital así se los demanda−, pero en las personas que lo usan con una intención de estatus sólo es una muestra de ignorancia, algo que es my común en los medios masivos de comunicación. Habría que preguntarnos: ¿quién, en la actualidad, otorga los permisos de locución —porque en realidad no se regula de modo estricto, cualquier persona sin mayores problemas puede estar frente al micrófono de un programa—, pues, en muchos casos, conductores de radio y televisión brillan por su falta de cultura general y, por añadidura, del idioma. ¿No habría que tener mayor cuidado con eso? ¿Qué hace la SEP al respecto? Sabemos que la labor —en la mayoría de los casos— de los programas televisivos no es educar, pero sí creemos que podrían coadyuvar a un uso más normativo del idioma.

Giovanni Sartoris, en su libro Homo videns, escribió: “Los medios de comunicación, y especialmente la televisión, son administrados por […] personas sin cultura. Y como las comunicaciones son un formidable instrumento de autopromoción […] han sido suficientes pocas décadas para crear el pensamiento insípido, un clima cultural de confusión mental y crecientes ejércitos de nulos mentales”.[v]

¿Hay opciones contra esto? Sí y se centran en la toma de conciencia del público. Cuando nosotros le mostramos a quienes nos dan un servicio —aunque sea el de entretener— que podemos ejercer nuestra libertad de elegir, y decidimos cambiar el canal televisivo o la frecuencia radial, u optamos simplemente por apagar el aparato, damos una puntual respuesta al producto ofrecido.

Ahora bien, no se deben satanizar los medios masivos y caer en ideas inocentes tales como que: “Sólo objetos como el libro pueden ser fuentes de conocimiento”. Sobre el caso de la televisión —que puede hacerse extensivo al radio, el cine y la Internet—, Enrique Serna, en Genealogía de la soberbia intelectual, apunta: “No hay motivos para considerar irreversible la tiranía mediática, porque la acción ciudadana puede convertir los medios de comunicación masiva en una herramienta para elevar el coeficiente intelectual y la apreciación estética de la mayoría”.[vi]

Luego entonces, si vamos a un restaurante y solemos pedir platillos exquisitos, preparados por el personal más capacitado y con ingredientes de calidad porque cuidamos nuestra dieta, cuerpo y salud, ¿por qué no hacer lo mismo con el idioma?

Porque aunque muchos piensen que los usos y costumbres en boga pregonados por los comunicadores en los medios masivos —y por el ciudadano común en Internet—, sólo son una cuestión discursiva y no impactan en el grueso de la población, se equivocan, sí permean en la forma de comunicarnos. El uso de algunas palabras llega a extenderse, al grado de ser aceptado por la misma RAE. Recientemente (octubre de 2014), en la décimo tercera edición del DRAE se incluyeron anglicismos usados en Internet, tales como: “intranet”, “hacker”, “nube”, “tuit”, “usb” y “wifi”. Otros anglicismos aceptados son: “backstage”, “bíper”, “coach”, “establishment”, “nocaut” y “spa”.

En el siguiente cuadro hay algunos ejemplos de usos no normativos[vii] de varios anglicismos utilizados en la actualidad y una propuesta de cómo aplicar términos en nuestro idioma.

Anglicismo* Ejemplo de uso no normativo Equivalente
(o variante)
en español
Ejemplo de uso
Banear
(de ban)
“Busqué la página, pero la banearon” Bloquear, suspender, restringir… “Busqué la página, pero la bloquearon (suspendieron, restringieron)”
Bulear
(de bullying)
“Debemos insistir en las campañas contra el bulliyng…” Acosar, intimidar “Debemos insistir en las campañas contra el acoso (la intimidación)…”
Chatear
(de chat)
“Estoy chateando” Conversar, charlar, platicar “Estoy conversando (charlando, platicando)”**
Follower
(de follow)
“¿Cuántos followers tienes en Twitter?” Seguidor “¿Cuántos seguidores tienes en Twitter?”
Email
(de e-mail)
“Mándame un email” Correo “Mándame un correo (a veces se suele acompañar con el adjetivo ‘electrónico’)”
Hashtag
(de numeral “#” y tag)
“Síguenos con el hashtag… ” Etiqueta “Síguenos con la etiqueta…”
Link
(de link)
“Pásame el link de la página” Enlace, liga “Pásame el enlace (la liga) de la página”
Selfie
(de self )
“Me tomé una selfie con mi comida” Autorretrato (aunque la traducción lineal es “autofoto”) “Me autorretraté con mi comida”
Spoiler
(de spoil)
Me spoileaste el final de la película Estropear (arruinar) “Me estropeaste (arruinaste) el final de la película”
Stalkear
(de stalker)
“Estuve stalkeando a mi exnovia; todavía la extraño”. Espiar (este término parece tener un cambio semántico, porque stalker se traduce como “acosador”) “Estuve espiando a mi exnovia; todavía la extraño”

* Varios casos se presentan en infinitivo, sus derivados en español suelen usarse como verbos.
** En España usan el término “ciberparlar”.

Algunas redes sociales —y aplicaciones— han dejado su impronta en el español, por ejemplo: bloguear (de Blogger), facebookear (de Facebook), instragramear (de Instagram), googlear (de Google),[viii] phothoshopear (de Photoshop),[ix] o whatsappear (de Whatsapp). Para estos términos resulta difícil encontrar una equivalencia en nuestro idioma, dado que hacen referencia a sí mismas y se han convertido en palabras de uso cotidiano, en una sociedad donde la convivencia con la tecnología —y de modo particular con Internet— ya es algo del día a día. Por tanto, no es extraño escuchar frases como: “Estoy whatsappeando”; “Mi hermano es un bloguer”, “Photoshopea la imagen y la mandas”, entre muchos otros ejemplos.

Antonio Alatorre menciona que la verdadera decisión de lo que se preserva o muere en el idioma, radica en la misma sociedad —y es por ello que insistimos en la cada vez más perentoria necesidad de una ciudadanía con mayores herramientas para ejercer juicios sobre lo que se le ofrece como público—: “[…] la historia nos dice que, más que los gritos, más que los llamados de atención de la Academia, son los hablantes los verdaderos estabilizadores de la lengua, ellos quienes deciden qué eliminar y qué adoptar, y qué forma dar a lo adoptado”.[x]

Cerremos estas líneas con el primer párrafo de El ingenioso hidalgo de la Mancha de Miguel de Cervantes, que Ilan Stavans vertió al espanglish en un acto consiente —y a modo de un homenaje más a la máxima obra literaria del idioma español— y no sólo por aparentar un nivel intelectual que no se tiene:

“In un placete de La Mancha of which nombre no quiero remembrearme, vivía, not so long ago, uno de esos gentlemen who always tienen una lanza in the rack, una buckler antigua, a skinny caballo y un grayhound para el chase. A cazuela with más beef than mutón, carne choppeada para la dinner, un omelet pa’ los Sábados, lentil pa’ los Viernes, y algún pigeon como delicacy especial pa’ los Domingos, consumían tres cuarers de su income. El resto lo employaba en una coat de broadcloth y en soketes de velvetín pa’ los holidays, with sus slippers pa’ combinar, while los otros días de la semana él cut a figura de los más finos cloths. Livin with él eran una housekeeper en sus forties, una sobrina not yet twenty y un ladino del field y la marketa que le saddleaba el caballo al gentleman y wieldeaba un hookete pa’ podear. El gentleman andaba por allí por los fifty. Era de complexión robusta pero un poco fresco en los bones y una cara leaneada y gaunteada. La gente sabía that él era un early riser y que gustaba mucho huntear. La gente say que su apellido was Quijada or Quesada-hay diferencia de opinión entre aquellos que han escrito sobre el sujeto-but acordando with las muchas conjecturas se entiende que era really Quejada. But all this no tiene mucha importancia pa’ nuestro cuento, providiendo que al cuentarlo no nos separemos pa’ nada de las verdá.[xi]

Bibliografía:

Alatorre, Antonio, Los 1001 años de la lengua española, México, SEP-CM, 1989.

Diccionario de la lengua española, Barcelona, Espasa-Calpe, décimo tercera edición, 2014.

Grijelmo, Alex, Defensa apasionada del español, Taurus, México, 2002.

Mateos, Agustín, Etimologías grecolatinas, México, Esfinge, 1990.

Sartoris, Giovanni, Homo videns. La sociedad teledirigida, Argentina, Taurus, 1998.

Serna, Enrique, Genealogía de la soberbia intelectual, México, Taurus, 2014.

Stavans, Ilan y Marc Charron, “Don Quijote in Spanglish: Translation and Appropriation”, en Erudit, vol. 17, núm. 1, 2000, pp. 183-194. Consultado en línea por última vez el 05 de mayo de 2015, en:     «https://www.erudit.org/revue/ttr/2004/v17/n1/011978ar.pdf».


[i] Agustín Mateos, Etimologías grecolatinas, México, Esfinge, 1990, pp. 39-40.

[ii] El estudio de los anglicismos en España y otras latitudes del mundo merece un profundo y hondo análisis. Por su parte, México, al tener como vecino a los Estados Unidos de Norteamérica, es más propenso al uso de los anglicismos, incluso en los programas de televisión. Un claro ejemplo se encuentra en la emisión de Big brother México (2002), que en nuestro país uso el término en inglés, mientras que la misma propuesta televisiva en España se tradujo como “El gran hermano” (2000).

[iii] “Modalidad del habla de algunos grupos hispanos de los Estados Unidos, en la que se mezclan, deformándolos, elementos léxicos y gramaticales del español y del inglés” (DRAE).

[iv] “Se dice del ciudadano de los Estados Unidos de América perteneciente a la minoría de origen mexicano allí existente” (DRAE).

[v] Giovanni Sartoris, Homo videns. La sociedad teledirigida, Argentina, Taurus, 1998, p. 148.

[vi] Enrique Serna, Genealogía de la soberbia intelectual, México, Taurus, 2014, p. 326.

[vii] Entiéndase que se utiliza el término “norma” (y sus derivados) y no opciones como “correcto”, “incorrecto”, “bueno” o “malo”, porque estos últimos denotan juicios de valor, mientras que el uso de norma se refiere a que seguimos las indicaciones de la Real Academia de la lengua española, pues es la que marca las reglas a seguir en cuanto a nuestro idioma.

[viii] En el caso de “googlear” se puede usar “buscar”.

[ix] “Photoshopear” se ha vuelto, prácticamente, un sinónimo de manipular.

[x] Antonio Alatorre, Los 1001 años de la lengua española, México, SEP-CM, 1989, p. 316.

[xi] Ilan Stavans y Marc Charron, “Don Quijote in Spanglish: Translation and Appropriation”, en Erudit, vol. 17, núm. 1, 2000, p. 185. Consultado en línea por última vez el 05 de mayo de 2015, en: «https://www.erudit.org/revue/ttr/2004/v17/n1/011978ar.pdf».

TE PUEDE INTERESAR

Dejar un comentario